Buitrones en familia

La mañana prometía. No en vano las señoras de la estepa no fallan nunca, al menos hasta el momento. En esta ocasión contábamos con una feliz visita, la de Antonia, que finalmente se había animado a acompañarnos. Procedente de Graná, con escala en Hispalis, nuestra amiga iba por fin a disfrutar con la observación de las avutardas del septentrión cordobés.

La generosa red de caminos, junto con la de los amos del terruño, permite acceder a casi todos los rincones de estos paisajes, donde la ruralidad queda perfectamente definida. La primera parada fue en vano, la segunda estéril, la tercera baldía, la cuarta vacía, la quinta… Se vaticinaba un imprevisto fracaso en aplicación directa de la maldita Ley de Murphy. Aquella mañana las señoras no quisieron asomarse a nuestras lentes, tal vez porque había mucha briega de máquinas o simplemente habían preferido visitar algún otro de sus escondrijos favoritos. Qui sait?.

Cada parada era una frustración pero también un nuevo ornitohallazgo: ortegas, trigueros, mosquiteros musicales, tarabillas, collalbas grises, lavanderas boyeras y cascadeñas, calandrias, tórtolas comunes… Tal vez lo más relevante fue la aparición de bisbitas campestres y tarabillas norteñas. Para un aficionado a las aves, no pajarear en septiembre merece pena de cárcel.

Es bien conocido el hartazgo de los trigueros, aunque ahora al menos están con el pico cerrado, pero quizá no lo sea tanto el de los buitrones. Pequeños grupos, imagino que de familias completas, posaron en todos los puntos de observación. Su minúzculo tamaño y comportamiento un tanto esquivo fuera de la época de cría hacen de esta ave una perfecta desconocida. Hay que buscarla en los escuálidos arroyos que medio sobreviven en las campiñas cerealistas donde, con el beneplácito humano, se rodean de vegetación palustre. Un perfecto oasis para la fauna y un lugar de visita obligada para el observador.


Esa imagen de grupos familiares de buitrones permanecen en nuestras retinas, como también la de la mamá avutarda con su cría, que finalmente vimos cuasi a la desesperada, tan sólo unos momentos antes de la hora maldita, aquella en la que las señoras de la estepa desaparecen definitivamente para nuestros ojos hasta que el Lorenzo permite de nuevo la vida.



PD. Te recomiendo hacer el Itinerario Ornitológico La Piruetanosa, cerca del núcleo urbano de La Granjuela, tal vez el único sendero de la provincia centrado en la observación de aves (junto con el cercano de Los Blázquez)

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