Tagarote en Lanzarote


10:10 AM, una hora más en el continente de la crisis. Ascenso vehiculado al Mirador del Río. Vista sobrecogedora desde la cúspide de los Riscos de Famara; el archipiélago de Chinijo enfrente. Cuatro ojos oteando el cielo. Cosquilleo inicial a la búsqueda de inéditos objetivos pajariles para el curriculum.

10:20 AM ¡Eh! Una silueta de algo vivo recorta el fondo de un perfil enteramente rocoso. Se confirma, un tagarote con todo su premio.

10:40 AM Los pacientes observadores, no contentos del todo, esperan la aparición estelar de Eleonor, la ornistar del enclave. Allí cría, allí come, allí vive, allí tiene que verse.

11:00 AM El cosquilleo inicial va dejando paso a la vida contemplativa per se. Nada vuela. El tagarote sigue allí, en su sitio, con el solo movimiento de cuello. Parece que Eleonora ha rehusado nuestra invitación.

11:20 AM El bareto de César Manrique nos acoge con cariño, y el tagarote, mientras, allí, donde tiene que estar. Un bicho de “electroetograma” plano.

11:35 AM El cielo sigue huérfano de plumas, salvo un par de cuervos que tratan de salvar el honor de tan afamado lugar. El hormigueo emocional ha cesado para dejar paso al gastronómico, bastante más mundano pero resolutivo.

11:45 AM A la vista del alegre espectáculo del tagarote y de la inexistencia de su primo hermano, los birdwatching deciden convertirse en herpetowatching: los lagartos de Haría están allí mismo y, no cabe duda, son bastante más agradecidos. Supimos después que los que vimos son de una subespecie vulnerable, Gallotia atlantica laurae, en el mismo volcán de La Corona.

Again be (o así) señora Eleonora.

A ver si eres capaz ¿dónde está el tagarote?


Epílogo. Dos días después el 50% de la expedición ornitológica vio a Eleonora, el otro 50%, o sea, yo, no. 
No somos nadie.