Estorninos

Escribo esto casi a tiempo real, ni siquiera se muy bien por qué. Acabo de bajar de la azotea imbuido un día más en cotidianas labores de ornato y decencia. Allí, tendiendo el atuendo castigado de la semana, llama mi atención un sonido del cielo. Rara actitud para mi sórdida audición. Pero hoy no ha sido así, mi cadena de hueceillos ha tenido a bien dejarme escuchar el rumor de un grupo infinito de estorninos negros en su camino al cercano dormidero del Guadalquivir. Me ha vuelto a conmocionar, lo reconozco. No acabo de acostumbrarme a los dibujos pintados con maestría por un acorde soberbio. Y no quiero.

[Imagen tomada de internet. Gracias al desconocido autor]