Garcilla bueyera

Sabía desde hace tiempo que las garcillas bueyeras habían perdido la vergüenza en la ciudad de Córdoba. Uno, que vive junto al Guadalquivir, está acostumbrado al descaro de los espulgabueyes, pero lo de hoy ha sido digno de contar. Aparcaba mi "fragoneta" en el jardín de al lado de mi casa, ese que tienen tomado los autillos en las noches de verano, cuando de repente se dirigía directo a mi parabrisas un Bubulcus. Freno de seco cuando doy con el bordillo que marca la parte delantera del aparcamiento y en el último momento la garcilla hace un giro para posarse en el coche de al lado. Allí se quedó observando el contenido humano de mi coche que, como buenos pajareros, nos deshacíamos mirándola y haciéndole fotos con el móvil por mera curiosidad.


Fotografía tomada desde la posición del conductor