Flamenco enano y aceite de oliva

Después de tanta agua caída (o no tanta, pero es que ya no estamos acostumbrados a las humedades) es obligatorio cursar una visita a la laguna de Fuente de Piedra, espectacular enclave del que, además, guardo muy buenos recuerdos laborales en un trabajo anterior. La amenaza de agua se quedó sólo en eso, y finalmente el día respetó a pesar de cierto "vientecillo" fresco que solidificó por un momento nuestras manos y cráneos.

Agua y pájaros, y pájaros de agua y no tanto. Junto con los primeros fumareles cariblancos de la temporada y numerosas anátidas en el Laguneto, tuvimos la ocasión de observar, de nuevo, a la polluela pintoja, casi tan confiada como la que vimos días atrás en la ciudad de Córdoba. Ajena a paseantes ajenos a los pájaros, posó lo que quiso muy cerca del camino donde familias con espitosos niños transitaban sin reparar ni en ella ni en el resto de las activas aves.

Entre los grupos de flamencos que había repartidos por varios lugares de la laguna, tuvimos la suerte de encontrarnos con uno, dos, tres, enanos, eso sí, puntificados en el "más infinito", pero absoltamente inconfundibles entre la masa flamenca local.

Querid= lect=r, corre para Fuente de Piedra en cuanto puedas porque aquello es un espectáculo para los sentidos, como también lo es otro de los descubrimientos del día, el aceite marca "La laguna de Fuente de Piedra", uno de los mejores que he probado en muchos años (y ya lleva aceites mi cuerpecito). Y si te gusta ese que te deja la garganta "engollipá", que te raspa el cielo de la boca y no se quita ni con un mendrugo de pan, busca el de la variedad "Lechín". Ya me contarás.

Vista muy parcial de la laguna
 
A ver quién tiene narices de encontrar al enano

Aquí mejor ¿no?

Polluela pintoja a su rollo


PD. Cualquier parecido con la realidad publicitaria es pura coincidencia, pero es que... ¡cómo estaba el aceite!