Cortijos en peligro de extinción



Los cortijos han constituido históricamente un modelo de poblamiento disperso en los que llegaban a vivir numerosas personas. No en vano estas singulares y características edificaciones del agro andaluz constituían la verdadera sede de las explotaciones agrarias. Algunos autores hablan de un modelo de cortijo cerealista en la campiña baja cordobesa a diferencia de los cortijos propios de los terrenos olivareros (haciendas, molinas, molinos...). En cualquier caso, sea como fuere, el caso es que hoy se encuentran tan en peligro de extinción como algunas especies de flora o fauna. Basta con darse un pequeño paseo cerca de la ciudad de Córdoba para darse cuenta rápidamente del estado de degradación de no pocas edificaciones agrícolas.

En sus ruinas aún encontramos vida que se aferra a las últimas tejas y huecos en los que refugiarse. Reptiles, murciélagos y aves, entre otras especies más "desapercibidas", llegan a competir por lugares en los que poder instalar un nido y sacar adelante, si el alimento lo permite, a sus crías. Por eso, todavía es relativamente fácil encontrar en lo que antaño fue una magnífica cortijada a palomas domésticas, mochuelos, carracas, cernícalos (vulgares y primillas), estorninos y lechuzas (aunque éstas ya muy contadas), pugnando por un lugar en el que vivir. Y por eso, también, se incluye esta circunstancia como uno de los problemas de conservación de algunas de estas especies.

Dos buenos vecinos, una paloma doméstica y un cernícalo vulgar. A veces no tan buenos