El gallo azul
El gallo azul, como le llaman en algunos puntos de la geografía andaluza, parece haberse recuperado. En efecto, tras una situación bastante precaria que relegó la última población ibérica al sur de España, en torno al Parque Nacional de Doñana, la recuperación lenta y constante ha tenido lugar. De hecho hoy día es fácil observar al calamón en muchos puntos de la provincia.
Desde los puentes de la propia ciudad de Córdoba aún es posible ver algunos individuos afanándose en arrancar con su potente pico la vegetación palustre, para seguidamente agarrarla con la pata y devorarla, recordándonos más al comportamiento de un mamífero que de un ave. También son capaces de capturar pequeños invertebrados: escarabajos acuáticos, caracoles, saltamontes, lombrices e incluso sanguijuelas.
Su hábitat típico son las zonas húmedas que presenten una cierta cobertura de carrizos, eneas o lirios de agua, donde ubica su nido que debe pasar desapercibido ante los depredadores.
Se ha comprobado que pueden llegar a ingerir huevos y pollos de otras aves vecinas, así como culebras de agua, ranas y pequeños peces. Cuando dan caza a un infeliz pato de pocos días de edad, se sabe que lo matan con un fuerte picotazo en la cabeza, abriéndole el débil cráneo para así poder alimentarse con su pequeño cerebro, sobre el que sienten una especial predilección.
La facilidad con la que se mueven por entre la vegetación acuática se debe a la estructura de sus patas, que finalizan en alargados dedos, los cuales les permiten caminar incluso por encima de plantas flotantes.
Los calamones, aunque tengan premio y sean cada vez menos raros, son aves poco confundibles y muy bellas, aunque tengan un pelín de mala leche con su vecindario.
PD. Algunos sitios en los que no es difícil observarlos: Malpasillo, presa de El Salto (cerca de Pedro Abad), embalse de Guadiato, río Guadalquivir.
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