¿Acentor o Cocacola?
Ocho de la mañana de un domingo. Suena el despertador. Mierda, ya me he equivocado de nuevo, se me olvidó quitarlo anoche. Al instante recuerdo que no, que soy un masoca, lo he puesto a conciencia. Me he comprometido a ir al campo a destrozarme el cuerpo. Un ratito más, por fa. No, si no, no hay dios quien me levante. Así que me acicalo lo justo, y con lo idem me dispongo a bajar. Joder, ya me están esperando otra vez. Pido disculpas y sin perder ni un segundo más nos vamos, cánido incluido, a las Soviéticas.
Objetivo: la Tiñosa, el pico más alto de la provincia de Córdoba. Para montañeros y seudoandarines, una auténtica mariconada. Para los residentes en la unidad de quemados, tipo servidor, un reto. Y más después del atracón navideño, del que es imposible escapar. Me río yo de este tipo de decrecimiento inalcanzable.
El improvisado aparcamiento es una feria, de pueblo, si, pero feria. Los cachas salieron hacia la cumbre dos o tres horas antes, como debe ser. Nuestro grupo se activa al mismo tiempo que los buitres leonados, cuando el sol ha irradiado tanto que se generan las corrientes térmicas suficientes para volar sin apenas esfuerzo. Nosotros no volamos, desgraciadamente, pero como los rayos del astro padre no lleguen siquiera a la dermis, no hay cristo que se atreva a bajarse del coche.
Cuando aquello se empinaba de forma asustadiza ya estaban bajando los amos de los vehículos. Les sobra tiempo para subir a otro pico, bajar, y esperarnos. Si hubiera anotado el número de paradas, me faltaría papel en mi cuaderno de campo. Pero, como siempre, mereció, y mucho, la pena. Magníficas vistas, una temperatura tipo calefactor, e incremento correspondiente del ego.
En la cima, bocata de rigor y sorbete inesperado de Cocacola. Gracias brother, nunca te he dicho lo mucho que te quiero. En pleno retozo, cual suidos inestresados, apareció él. Ni siquiera hizo falta la inmediata incorporación en los cuévanos de los ojos de los Nikon 8x40. Nadie del bullicio se dio cuenta, o si se dio, se la peló completamente. Mis, profesionalmente deformadas, pupilas disfrutaron con la bella estampa del acentor alpino. Posó. Me faltó tirarle el boli que tenía preparado para dejar una nota en el cuaderno del montañero, para verlo mejor. Se me salía de los prismáticos.
Así que, si subes a la Tiñosa, leerás entre las decenas de paridas, una que hace referencia al acentor y, cómo no, a la Cocacola de mi hermano. Lástima de cerebro.
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