Big Year 2016 - Salida pelágica
Hay
que estar muy enfermo para que, sabiendo que lo vas a pasar mal,
apuntarte a una excursión de sinuosa finalidad. Y encima que te
cueste el dinero. Pero como lo estoy, no he tenido otra que armarme
de valor y con la irracionalidad como argumento, me he cargado de
biodraminas bajo toda suerte de formatos -en pastillas con cafeína,
pastillas sin cafeína y chicles- para fijar el destino en el puerto
de Gijón.
El
objetivo era navegar 20 millas hasta el límite de la plataforma
continental, al menos eso creo. No llegué. Las promesas del capitán
sirvieron de poco y los ánimos de la tripulación menos. En un
catamarán como éste no se marea nadie, me dijeron. Pero he tenido
que ser yo el que ninguneara la máxima del infernal artefacto.
Antes
de descender al país de las maravillas tuve la ocasión de observar
varias pardelas, sombrías y capirotadas, y algunos págalos, grandes
y pomarinos. Maravilloso. A pesar de todo mis expectativas quedaron
una vez más solo en eso, nada de paíños ni de pardelas pichonetas
o gaviotas infrecuentes para mí. Ahora estoy al fin en condiciones
de afirmar que o las veo desde tierra firme o se acabó mi sueño.
Pero
sí, puedo contarlo y dado que las agujetas abdominales han
desaparecido puedo manifestar que la experiencia ha sido…
exactamente eso.
Aguja colipinta |