Big Year 2016 - Doñana
Soy muy dado a decir que tal sitio nunca defrauda,
y eso, hay que reconocerlo, forma parte de mi visión andaluza del mundo.
Doñana es uno de esos lugares, y debo admitir que en más de una
ocasión nos hemos venido sin cumplir las expectativas que uno se
marca. El problema, en realidad, no es del sitio, sino de uno mismo,
que se impone unas exigencias las más de las veces innecesarias.
Otras, sin embargo, se sobrepasan con creces. Ya
nos pasó días atrás en Galicia y ayer mismo en Doñana. La jornada
dominical incluía dos objetivos a priori poco meritorios, la
barnacla canadiense que lleva asentada en el Rocío algunos días, y el correlimos canelo que el día anterior fue
observado en Hato Ratón. Éste sí se presentaba como un reto mayor
por la incertidumbre de relocalizarlo.
Finalmente ambos se pasearon por las lentes de mis
Nikon, no sin antes habernos hecho pasar por situaciones a prueba de
miocardio. Al llegar al lodazal arrocero, el grupo de limícolas, canelo incluido, voló
despavorido probablemente por la cercanía de dos individuos
portadores de prismáticos. Afortunadamente regresaron algunas horas
después y allí estábamos nosotros, ya con buena luz incluso y sin
apenas viento.
Al mismo tiempo nos llegaba el aviso de la
observación de un falaropo picogrueso cerca de donde nos
encontrábamos. Tocaba, pues, destrozar lo que queda de los bajos del
kilometrado vehículo, sorteando baches a la velocidad suficiente
como para ganarle la batalla al ocaso. Allí nos juntamos cinco
vehículos desconocidos con contenido nervioso y a los pocos minutos contento. Muy
contento.
[Barnacla canadiense] |
[Marisma del Rocío] |