Un millón de patos
La Dehesa de
Abajo está desbordante de anátidas. Supongo que será porque Doñana
es ahora mismo un secarral, salvado tal vez por algunas tablas de arroz
que permanecen inundadas, y los patos no tienen otra que concentrarse
en determinados enclaves. Patos colorados, cercetas comunes, fochas,
gallinetas, flamencos, azulones, frisos, porrones europeos y muchos
cucharas, y entre todos ellos una pareja de porrones pardos.
A la caída de la tarde aún hay más, un lugar
de recogimiento seguro en el que pasar la noche. Un millón seguro
que no, pero sí tantos como para volverse loco si tratas de contarlos.