Escribanos palustres en el Alto Guadiato
Floren’s family ya me lo adelantó: hay escribanos palustres en el Alto Guadiato. Varios
compañeros han seguido sus pasos y han vuelto a ver a estas estelas de los
humedales. Así que mi orgullo de pajarero con cierta veteranía (no lo digo yo,
lo dice mi dni), me llevó hasta el lugar exacto de las observaciones.
La
primera vez que vi a tan escasísimo animal fue en Daimiel, no hace demasiado
tiempo, así que no tiene ningún mérito porque allí se encuentra tal vez la
mejor población patria de palustres. Aunque también es el lugar ideal para ver
al bigotudo (que para eso fui básicamente) y regresé sonándome los mocos. Aún continúo
con el mismo pañuelo.
Después
de ese día, mis encuentros con el repicatalons, como le dicen en Cataluña, han
sido tan efímeros como inexistentes... hasta la semana pasada, que cayó por
fin, ante las ávidas lentes de mis Nikon. En sendas jornadas de campo fueron
cazados por mis amarronadas retinas, que a punto estuvieron de sufrir el síndrome marujitadíaz ante tanto tropel
de escribanos y escribanas, arroyo arriba, arroyo abajo. Mi empeño inicial por
localizar al bicho terminó casi obviándolo, cuando después de tanta briega acabé
observando no pocos ejemplares empestillados en sacar la mala leche de mis
cervicales.
Tal vez
parezca un tanto exagerado, como siempre, pero aún sigo conmovido por la
pequeña concentración de escribanos en aquel arroyúzculo menor, que hasta la
fecha jamás ha dejado de sorprenderme.
El
lugar: itinerario ornitológico La Piruetanosa, en La Granjuela. Bien
señalizado.
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