Conociendo a la calandria común

Agachaía, alondra, alosa, amagadilla, azorrago, calandria, caliandra, collarona, altavola, golloría, londra, londro, sapiega, terrera, terrera de verano, terrerola, terreruela, terrola, tontica y zurriaga son los nombres vernáculos que recibe la calandria común, una de las ocho especies de aláudidos (alondras) presentes en la península ibérica.

Es una especie sedentaria, aunque en invierno realiza movimientos, y desplazamientos altitudinales. Durante esta época del año tienen un comportamiento gregario y forman bandos, a veces muy numerosos, que pueden ser monoespecíficos (solo calandrias) o mixtos con otras especies, como la alondra común. Estos grupos grandes ofrecen ventajas, como una mayor eficacia en la búsqueda de alimento, reducción del riesgo de depredación y facilitación de la detección de depredadores. En época de reproducción se dispersan emparejadas, aunque pueden concentrarse varias parejas de forma cuasi colonial.

La calandria tiene la capacidad de imitar cantos de otras aves, triste razón por la que existía la tradición en algunas partes del país de enjaularlas. Su canto cumple una función de territorialidad, que ejercen tanto en el suelo como en vuelo. Durante el vuelo de canto, asciende a una altura considerable (más de 210 metros) en círculos para luego dejarse caer en picado, normalmente posándose junto a la hembra. El canto también se considera una señal de la condición del individuo.

Su dieta varía a lo largo del año. A pesar de su grueso pico, que podría sugerir una alimentación granívora, en otoño e invierno se alimenta de semillas (especialmente de gramíneas y cáñamo) y brotes tiernos, y durante la reproducción incorpora también insectos y pequeños moluscos, esenciales para el crecimiento de los pollos.

La calandria común es especialmente sensible a la intensificación agrícola, que reduce su hábitat natural mediante la eliminación de linderos, barbechos y mosaicos de cultivos tradicionales. El uso de pesticidas disminuye sus fuentes de alimento, afectando tanto a los adultos como a los pollos, dependientes de insectos en verano. 

Aunque aún es una especie relativamente común, su declive en algunas regiones exige medidas como la promoción de prácticas agrarias sostenibles y la protección de los paisajes abiertos que necesita para sobrevivir. El seguimiento continuo del programa SACRE, de SEO/BirdLife, constata esta tendencia negativa, junto a otros alaúdidos como la alondra común y cogujada común.


Imagen: Juan M. Delgado

ENGLISH VERSION:

Agachaía, alondra, alosa, amagadilla, azorrago, calandria, caliandra, collarona, altavola, golloría, londra, londro, sapiega, terrera, terrera de verano, terrerola, terreruela, terrola, tontica y zurriaga are the vernacular names for the calandra lark (Melanocorypha calandra), one of the eight species of larks (Alaudidae) found in the Iberian Peninsula. 

It is a sedentary species, though it exhibits seasonal movements and altitudinal shifts in winter. During this season, it becomes gregarious, forming large flocks—sometimes numbering in the hundreds—that may be monospecific (only calandra larks) or mixed with other species, such as the Eurasian skylark. These flocks provide advantages like improved foraging efficiency, reduced predation risk, and enhanced predator detection. During the breeding season, they disperse into pairs, though several pairs may nest in close proximity, forming loose colonies.

The calandra lark is a skilled mimic of other birds’ songs, a tragic trait that once made it a target for captivity in some regions. Its song serves a territorial function, performed both on the ground and in flight. During its song flight, it ascends in circles to remarkable heights (over 210 meters) before plunging steeply downward, often landing near the female. The song also signals the individual’s fitness.

Its diet shifts seasonally. Despite its stout beak—suggestive of granivory—it feeds on seeds (especially grasses and hemp) and tender shoots in autumn and winter. During breeding, it incorporates insects and small mollusks, crucial for chick development.

The calandra lark is highly vulnerable to agricultural intensification, which erodes its natural habitat through the loss of hedgerows, fallow lands, and traditional crop mosaics. Pesticide use further depletes its food sources, impacting both adults and insect-dependent chicks.

Though still relatively widespread, its decline in some regions demands urgent measures, such as promoting sustainable farming practices and protecting open landscapes vital to its survival. Long-term monitoring by SEO/BirdLife’s SACRE program confirms this negative trend, shared with other larks like the Eurasian skylark and crested lark.



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