Big Year 2014, un inesperado encuentro en el Odiel
No
recuerdo qué hora sería, pero la mañana estaba prácticamente concluida. Tan
sólo faltaba el repaso de algunas balsas del principio, para escudriñar entre los
bandos de gaviotas y limícolas que buscaban refugio del enojoso viento. Allí,
en el borde mismo de un generoso fanguizal, me encontraba de pie
desprendiéndome del líquido que me sobraba, al tiempo que hacía florituras para
eximir del riego a mi propio cuerpo. Un coche se aproxima, me doy prisa, pero es
demasiado tarde; suena el claxon, el típico gracioso, supongo. Aparca a mi
lado, salen del coche tres individuos raudos hacia mí, vociferan. Sorpresón:
Floren, David y Trini, que llevaban ya varios cientos de kilómetros en su
columna. Estaban, como nosotros, haciendo el Big Year.
Intercambio
de observaciones y batallitas. Pues nosotros acabamos de ver un colimbo grande,
les decimos. Seguimos la conversación, hasta que Floren, impaciente, no puede
más. Podemos seguir hablando, sentencia, pero mi cabeza está en ese colimbo.
Adiós. Y como vinieron, desaparecieron, aunque yo me encontraba ya más ligero.
Marismas
del Odiel aportó ese día sólo una pagaza piquirroja, localizada gracias a la
gentil información de un guiri, con el que nos entendimos en latín. Disfrutamos,
no obstante, del pose de no pocos págalos grandes, alcatraces y del susodicho
colimbo, trincado días atrás en Santoña.
"Colimbo en frigorífico", obra de la artista local Isabel Rodríguez |