Tres comensales y una rubia
El comensal número 1 propuso aquel original sitio para
homenajear a nuestros estómagos, y un restaurante circular de estilo quijotesco
resulta, de entrada, una garantía.
El comensal número 2 hacía tiempo, al menos eso parecía; en
realidad estaba conteniendo el rugir de sus jugos gástricos, someramente
aliviados por un compañerismo caritativo.
El comensal número 3, ya en faena, no podía desprenderse de
sus Nikon ni comiendo. Es lo que tiene esa dichosa enfermedad aún no descrita
en los tratados médicos.
No faltaba nadie, aunque una silla vacía revelaba la
posibilidad de un cuarto comensal. Pasaron algunos minutos, y al fin llegó. Era
rubia, y a los tres dejó boquiabiertos.
Se quedó fuera, en un poste de madera, con una pose
desinteresada, bañada por los generosos rayos de la tarde. La imagen permanecerá
en nuestras retinas por mucho tiempo.
La collalba rubia quedó registrada como la especie número
182.