¿Sabes cómo se hace el seguimiento de aves a distancia?
Con frecuencia escuchamos y leemos sobre "radiomarcaje" y de inmediato se nos viene a la mente lo que (más o menos) significa: seguimiento a distancia de animales que se han marcado con dispositivos electrónicos. Y si somos algo profanos en la materia, también podemos imaginar una especie de mochila que se le acopla al animal en la espalda (caso de las aves), y a esperar a recibir señales para saber por dónde se está moviendo el susodicho.
Y no vamos mal encaminados pero... ¡esto es un mundo! y aquí me atrevo a dar a conocer los sistemas más básicos, para que la próxima vez que leamos algo nos situemos, más o menos, en lo que se está hablando. Aún así, habrá próximos artículos sobre este interesante tema.
Una de las palabras clave es "telemetría", esto es, recopilar datos en lugares remotos y transmitirlos para poder hacer un seguimiento, de las aves en este caso. Estamos hablando de una tecnología de seguimiento a distancia. Desde que se utilizaron los primeros "aparatos" en la década de 1950 a la actualidad, la evolución ha sido espectacular, de manera que el uso de técnicas telemétricas para el seguimiento de la fauna es hoy día una cuestión esencial, muy accesible, extendida y cada vez más barata, lo que da cierto miedo porque la "democratización" de su uso puede generar conflictos y efectos no deseados en las propias aves. ¿Quién debería utilizar estas técnicas? ¿Para qué? Estamos hablando de compromisos éticos a la hora de utilizar estas metodologías, pero eso es otro tema de discusión.
En los años ochenta se utilizaron los primeros transmisores por satélite (con albatros), en los noventa los geolocalizadores y en la actualidad es posible hasta transmisores implantables mediante cirugía. Podríamos empezar por los "clásicos", el típico radiotracking: el emisor que se coloca al animal emite señales de radio de alta frecuencia (VHF), que son recibidas mediante antenas que pueden estar montadas en torres, vehículos, avionetas, barcos o manejadas por personas, estimando la posición mediante triangulación. Durante décadas, este sistema ha sido el más usado (y se sigue usando) por el bajo coste del equipo y la tecnología básica que utiliza, con la desventaja de que el receptor debe estar cerca del transmisor.
Un método económico y útil para conocer los movimientos migratorios y zonas de invernada por ejemplo, es el de los geolocalizadores. Se componen de una batería, un sensor de luz, un reloj y un chip de memoria. Pesan muy poco, tienen gran autonomía pero poca precisión (unos 150 km), y además para descargar los datos hay que recuperar el dispositivo, por lo que son útiles para especies fácilmente recapturables (por ejemplo, aves coloniales o cualquier otra que tenga fidelidad a un lugar).
Collalbas grises equipadas con geolocalizadores han desvelado sorprendentes desplazamientos. Las que se reproducen en Alaska vuelan 14.600 km a través de Asia hasta el este de África, tardando tres meses en hacerlo. Las que se reproducen en el este de Canadá viajan 7.400 km a través del Atlántico hasta Europa, y luego a África occidental, incluyendo un vuelo sobre el mar sin escalas de 3.400 km durante cuatro días.
Los emisores por satélite (PPT) supusieron un gran avance en su día porque por primera vez no se precisaba localizar exactamente la señal -como se venía haciendo mediante el radiotracking-. En este sistema, el emisor colocado al ave emite señales que son recogidas por satélites (de una red de la Plataforma ARGOS), de aquí la señal se envía a un centro terrestre en el que se procesan los datos y los hace consultables (vía web). Con el tiempo han ido incorporando avances muy significativos: incorporación de GPS, aumento de la capacidad de almacenamiento de los datos y de la capacidad de las baterías (actualmente con micropaneles solares). Sin embargo, su peso los hace inviables para el seguimiento de pequeñas aves, y son más costosos que otros sistemas.
Los dataloggers (biologgers) son etiquetas miniaturizadas que se acoplan al cuerpo del ave y registran, almacenan y transmiten datos sobre diferentes variables (no solo su ubicación): movimiento, fisiología, comportamiento, temperatura corporal, frecuencia cardíaca... Cuantos más sensores de medición, más peso, de ahí que se haya de valorar qué se precisa exactamente. Un sensor muy utilizado es el acelerómetro, que sirve para saber en qué posición se encuentra el animal, pudiendo saber así no solo la actividad sino también si el ave ha fallecido, por ejemplo. Antes había que recuperar al animal para extraer los datos (dispositivos pequeños que solo almacenan datos y no pueden transmitirlos, las llamadas etiquetas de archivo), sin embargo los más avanzados pueden contar con la red telefónica GPRS/GSM para la transmisión de la información almacenada (más barato). Hay que tener en cuenta que la descarga remota de datos implica aumento de peso y potencia adicional que tiene que soportar el dispositivo.
Sistemas como éste pueden proporcionar diariamente una cantidad de datos abrumadora, de ahí que actualmente se cuente con varios repositorios de datos en internet (y gratuitos), como Movebank por ejemplo.
Tema muy extenso para un blog de entradas muy cortas, así que en entregas sucesivas se abordarán cuestiones que complementan este artículo, como las limitaciones de las baterías, el peso del dispositivo, ejemplos prácticos, cuestiones éticas, redes de seguimiento...
Comentarios
Publicar un comentario