Cuando las aves pierden el sueño: el impacto silencioso de nuestras noches iluminadas
Todos necesitamos dormir. Las aves, al igual que nosotros, dedican varias horas al descanso nocturno para recuperarse, consolidar memorias y mantener su sistema inmunológico en forma. Sin embargo, una reciente revisión científica publicada en el Journal of Avian Biology revela que nuestras actividades están fragmentando peligrosamente el sueño de las aves, con consecuencias que apenas estamos empezando a comprender.
El principal culpable es la iluminación artificial nocturna. Estudios realizados en herrerillos comunes han demostrado que la exposición a luz durante la noche reduce significativamente la duración del sueño y retrasa el despertar matutino. Los cisnes negros australianos expuestos a luz ámbar también duermen menos. El mecanismo es claro: la luz artificial suprime la producción de melatonina, la hormona que regula nuestros ritmos circadianos, alterando profundamente los patrones naturales de descanso.
Pero la luz no es la única amenaza. El ruido urbano también fragmenta el sueño. Las urracas australianas expuestas a ruido urbano pasan el doble de tiempo despiertas durante la noche, interrumpiendo constantemente su descanso. Incluso la simple presencia humana cerca de áreas de descanso provoca que las aves aumenten su vigilancia, reduciendo las horas de sueño profundo.
Consecuencias más allá del cansancio
La falta de sueño no es solo cuestión de estar somnoliento. Las aves privadas de sueño experimentan elevaciones en corticosterona, la hormona del estrés, lo que puede afectar su comportamiento reproductivo y capacidad de comunicación. En golondrinas arbóreas, las hembras expuestas a luz artificial alimentaron menos a sus polluelos. Las urracas australianas privadas de sueño cantaron menos y con menor complejidad, algo crítico para defender territorios y atraer parejas.
Aves con ojos grandes y nidos abiertos muestran sensibilidad a la contaminación lumínica, características compartidas por algunas aves esteparias. Aunque aún no tenemos datos concretos sobre cómo la luz artificial afecta el sueño de especies como la avutarda, el sisón o la alondra ricotí, la expansión de infraestructuras como parques eólicos o industriales en sus hábitats podría estar alterando sus patrones de descanso de formas que apenas comenzamos a comprender.
La ciencia del sueño en aves aún está en pañales, pero una cosa está clara: necesitamos apagar las luces y bajar el volumen. Nuestras noches ruidosas e iluminadas no solo nos afectan a nosotros; están robando el descanso a las aves que comparten nuestro mundo, con consecuencias que podrían ser más graves de lo que imaginamos.
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| Fotografía de Juan M. Delgado. Alcaraván común |
REFERENCIA:
Patel, K., Gaviraghi Mussoi, J., Stanley, M. C., & Cain, K. E. (2025). The impacts of sleep disturbance on birds: a review of the knowledge gaps. Journal of Avian Biology, e03454. https://doi.org/10.1002/jav.03454
Patel, K., Gaviraghi Mussoi, J., Stanley, M. C., & Cain, K. E. (2025). The impacts of sleep disturbance on birds: a review of the knowledge gaps. Journal of Avian Biology, e03454. https://doi.org/10.1002/jav.03454

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