ADN ambiental

El término ácido desoxirribonucleico ambiental o ADN ambiental (eDNA, por sus siglas en inglés) se acuñó (ya en 1980) para definir al ácido desoxirribonucleico (ADN) que se puede captar o extraer del ambiente (por ejemplo muestras de piel, pelo, fluidos u otros tejidos o materiales, como el suelo, aire o agua), sin necesidad de que el espécimen en cuestión esté físicamente presente.

Téngase en cuenta que el ADN está contenido en materiales liberados por los organismos hacia el ambiente, los cuales pueden ser desde heces, mucosidades, células de la piel, organelos, gametos, incluso ADN extracelular. Estos materiales orgánicos conservan cadenas cortas de ADN que se mantienen en el ambiente por largos espacios de tiempo.

Sin embargo, la obtención de este tipo de ADN no es fácil ya que hay factores ambientales que le afectan, como la temperatura, el pH, la conductividad, o comunidades microbianas capaces de degradar el ADN. Además, dependiendo del tipo de la muestra, como las heces, agua o sedimentos orgánicos, las concentraciones obtenidas en la extracción de ADN variarán, lo cual dependerá del espécimen, de su dieta, la estación del año, la densidad, que se encuentren en el agua o en el suelo, el tipo de sedimento, del pelaje....

El proceso de análisis mediante metabarcoding implica recogida de muestras ambientales, la extracción del ADN, amplificación por PCR para un gen de especial interés, y secuenciación.

Esto se utiliza para la evaluación de especies, como por ejemplo la reconstrucción histórica de comunidades, la restauración del ecosistema, hasta la salud humana. A título de ejemplo, en el mar costero en Japón y en un río en Indiana (EE.UU.), se capturó ADN ambiental y se consiguió determinar, a partir de los restos de especímenes, el origen de una especie sin haber tenido conocimiento previo de su existencia en el lugar.

Estamos, pues, ante en una herramienta muy interesante para estudios de conservación de especies, taxonomía o filogenia, entre otros muchos.



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