Cuando la ciencia y la conservación no van de la mano. El caso de la alondra ricotí

La alondra ricotí es una de las aves más emblemáticas de nuestros paisajes esteparios, pero también una de las más amenazadas. A pesar de décadas de investigación científica y múltiples propuestas de conservación, sus poblaciones siguen en declive. Un estudio publicado en la revista Oryx revela una realidad preocupante: existe un desconexión considerable entre lo que los científicos recomiendan y lo que realmente se aplica sobre el terreno.

Los investigadores Cristian Pérez-Granados y Germán López-Iborra analizaron 16 medidas de conservación propuestas en la literatura científica para esta especie. El resultado es para preocuparse: solo 11 de estas medidas se han aplicado al menos una vez en las ocho comunidades autónomas donde vive la alondra ricotí.

La disparidad es más llamativa cuando se analizan qué tipo de actuaciones se implementan. Los científicos proponen principalmente medidas de gestión del hábitat (como el pastoreo extensivo o la creación de corredores ecológicos) y medidas regulatorias. Sin embargo, los gestores se centran mayormente en el seguimiento poblacional y la investigación, dejando de lado las intervenciones de manejo directo del territorio.

¿Por qué esta desconexión?

El estudio identifica las causas de esta brecha. Las medidas regulatorias se implementan principalmente por obligaciones legales, mientras que las actuaciones de gestión del hábitat enfrentan barreras más complejas: limitaciones presupuestarias, falta de tiempo, dificultades técnicas y, especialmente, dudas sobre su eficacia.

Aquí aparece un círculo vicioso preocupante: los científicos proponen medidas basadas en el conocimiento de la ecología de la especie, pero sin evidencia empírica de su efectividad. Los gestores, por su parte, son reacios a invertir recursos limitados en intervenciones no probadas, prefiriendo apostar por actuaciones con resultados conocidos.

Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es que las comunidades autónomas que implementan más medidas de conservación son precisamente aquellas donde las poblaciones de alondra ricotí están en mayor declive. Esta paradoja sugiere que solo se actúa cuando la especie está al borde de la extinción local, un enfoque reactivo que dificulta el éxito de las intervenciones.

Para cerrar esta brecha, los autores proponen una mayor colaboración entre científicos y gestores, con énfasis en evaluar la efectividad de las medidas ya implementadas y comunicar mejor los resultados de investigación. Solo así es posible desarrollar una conservación basada en evidencia que realmente funcione para salvar a esta joya de nuestras estepas.


Imagen: Grupo Ecología Terrestre (TEG) - Universidad Autónoma de Madrid.

REFERENCIA:
Pérez-Granados, C. y López-Iborra, G.M. (2022). The conservation research–practice gap: a case study of a threatened bird. Oryx, 56(2), 241-248. doi:10.1017/S003060532000023X

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