Mapas que cambian: dos décadas de transformaciones en los “puntos calientes” de las aves esteparias españolas
Durante las últimas dos décadas, el mapa de las aves esteparias en España ha cambiado de forma silenciosa pero profunda. Zonas que antes hervían de vida —territorios donde convivían avutardas, sisones, gangas o alcaravanes— se han ido vaciando poco a poco, mientras que otras áreas han ganado protagonismo. Esta es una de las conclusiones más relevantes del estudio “Spatial shifts in steppe bird hotspots over two decades”, publicado recientemente en la revista Biological Conservation por un equipo de investigadores encabezado por Pablo Medrano-Vizcaíno, y en el que participan nombres bien conocidos en la conservación de las aves esteparias, como Ana Benítez-López, Juan Traba, Beatriz Arroyo o Gerard Bota.
El trabajo analiza cómo han variado, entre los periodos 1998-2002 y 2014-2023, las zonas de mayor valor para la conservación —los llamados hotspots— de las aves esteparias en España. Estos hotspots son auténticos refugios de biodiversidad: lugares donde se concentra la mayor riqueza de especies y, sobre todo, las más escasas y amenazadas. Los resultados no dejan lugar a dudas: los hotspots no son estáticos, cambian con el tiempo, y lo hacen con una tendencia preocupante a la pérdida.
Según los autores, las regiones del centro y noreste peninsular concentran actualmente más del 50 % de las áreas de mayor valor estepario, mientras que otras zonas del noroeste han visto desaparecer más de la mitad de sus antiguos hotspots. En conjunto, la riqueza de especies esteparias ha disminuido de manera significativa durante estas dos décadas. Sin embargo, hay un dato esperanzador: las áreas protegidas han amortiguado parte de ese declive.
El estudio muestra que la proporción de hotspots incluidos dentro de espacios protegidos ha aumentado del 21,8 % al 29,4 %. Y lo más importante: dentro de esos espacios la pérdida de especies ha sido menor. Es decir, las figuras de protección —parques naturales, ZEPA, reservas— están cumpliendo su función, aunque no de manera uniforme ni suficiente. Los autores subrayan que las áreas protegidas pueden ser una herramienta eficaz para conservar las comunidades de aves esteparias, siempre que vayan acompañadas de una gestión adaptativa y de medidas activas fuera de sus límites.
Más allá de los números, este trabajo lanza un mensaje claro: la conservación no puede darse por hecha. Los mapas cambian, los hábitats se transforman y las aves responden a esos cambios. Sin un seguimiento constante y políticas adaptativas, incluso las áreas hoy más ricas pueden convertirse en desiertos biológicos mañana. En un país como España, que alberga el núcleo principal de las aves esteparias europeas, mantener actualizados estos mapas no es solo una cuestión científica, es una responsabilidad ética y ecológica.
ZEPA Alto Guadiato (Córdoba). Imagen propia
REFERENCIA:
Medrano-Vizcaíno, P., Benítez-López, A., Traba, J., Arroyo, B., Bota, G., Morales, M. B. & Mougeot, F. (2025). Spatial shifts in steppe bird hotspots over two decades: Assessing conservation priorities and the role of protected areas. Biological Conservation, 111068. [https://doi.org/10.1016/j.biocon.2025.111068](https://doi.org/10.1016/j.biocon.2025.111068)
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